martes, 20 de julio de 2010

Vomitar.

De cualquier manera. Fuerte, o con pudor. Lento, o desgarrador. Con sangre, abruptamente, afilada, cortante. Vamos vomitando, como una marca de identidad, amarilla o anaranjada, con desagrado o con ira contenida. Sin querer, que se escapa, o con morbosa alevosía a tu cuerpo. Vomitamos lo que nos gusta, lo que perdemos. Vomitamos si nos desesperamos, si no sabemos qué vomitar (éste es transparente, todo bilis). Vomitamos cierta simpatía, vomitamos hipocresía. Sale el vómito, raudo y oloroso, parcialmente consistente y a presión, cuando nos enamoramos. Gritamos vómito a veces, y estamos callados. Y a veces, vamos a la cama, y vomitamos resentidos y resignados, por no haber vomitado tantas veces como en el transcurrir del día hubieras querido. Somos nosotros y nuestro vómito.

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